Aunque con el paso de los años hemos ido incluyendo juguetes, lubricantes o muchas posturas del kamasutra, para muchas parejas el misionero sigue siendo la mejor práctica o, por lo menos, la más habitual en las relaciones. Cuando pensamos en el sexo entre un hombre y una mujer, pocos somos capaces de imaginar, de primeras, algo diferente a la postura del misionero. Es la práctica sexual por excelencia. Aquella que hacemos en las primeras relaciones, que permite un plus de romanticismo al permitirnos el hecho tan sutil y romántico de mirarnos a los ojos mientras estamos en plena relación sexual además de, por otro lado, permitir un mayor contacto físico entre los dos cuerpos.
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